abril 25, 2005

Día Siete



Los lunes suelen ser días difíciles. Los lunes después de haberte quemado la vista y las neuronas buscando una combinación de letras en un buen puñado de folios suelen ser días agotadores. Los lunes en los que tu compañero de trabajo, el de la mesa de al lado, te hace señas constantemente para que te escapes con él a la cafetería, son simplemente exasperantes.
Carlos insiste en que algo tenemos que estar haciendo mal. Los dos. No es posible que, por diferentes caminos, ambos hayamos llegado a la misma conclusión. Sus datos, esos que baraja como quiere y con los que se siente vivo y feliz, le dicen que el mail fué enviado desde el portátil de Nadia Gutierrez Senén, Presidenta de los Servicios Financieros de SegCom. Pero ella no ha podido ser la persona implicada en todo este asunto. Primero, porque en el mail se podía leer claramente la frase "Y yo estoy aquí, encerrado". Y segundo, porque Nadia Senén ha cruzado por delante de la puerta de la cafetería tres veces mientras hablábamos, ha charlado con un par de jefes de esos que parecen llevar el palo de la escoba bien ensartado e incluso ha dirigido un par de miradas hacia la cafetería durante sus paseos.
Cómo dice Carlos, ella no puede ser, pero eso no quiere decir nada. Pueden haberle cogido el portátil en ese momento. Pueden haber enviado el mail desde su domicilio o desde SegCom. Las variables que intervienen son, sino innumerables, por lo menos bastante elevadas. Así que dicho esto, poco queda por hacer, al menos según Carlos.
Lo que Carlos no parece haber tenido en cuenta en su argumentación es que ya hace mucho tiempo que he olvidado qué significa darse por vencido. Si antes esa actitud era moneda corriente de cambio en la mayoría de los aspectos de mi vida, eso pasó a la historia. Sea como sea, una persona, probablemente un hombre, ha enviado un mail desde el portátil de una señora que es, por lo menos, alguien con capacidad suficiente para ponerme a mi, a Carlos y a media plantilla de patitas en la calle si se nos ocurre mirarla mal. Pero, que narices, si hay que correr un pequeño riesgo, que al menos no nos echen solamente por mirarla mal.
Las carreras no siempre las ganan los más veloces...sino aquellos que siguen corriendo.
Nadia Senén debe andar cerca de los cuarenta. Traje clásico a rayas, de ejecutiva, cabellos castaños, ojos grandes del mismo color, figura estilizada, fitness y ensaladas, juraría. Mandícula cuadrada y gesto decidido. Una mujer fuerte.
Lo de la ensalada lo he podido confirmar. Al pasar por delante de la cafetería, a media mañana, estaba comiéndose una en una mesa, al fondo, cerca de la gran cristalera que permite ver el perfil de la ciudad.
Carlos dice que me lo piense mejor, que él va a seguir buscando en la red interna de SegCom, que algo tiene que haber, algún rastro, algún detalle que se le haya pasado por alto.
Así que me lo voy a pensar mejor...mmm....Bién, ya está, una vez pensado mejor, he decido que mañana intentaré que Nadia Senén no coma sola.