abril 26, 2005

Día Ocho



Hace algún tiempo que no salgo con nadie. Bueno, he tenido que pararme a pensar cuánto tiempo hace, así que debe ser bastante. Cuatro meses. No sé exactamente la razón. He tenido bastantes relaciones en mi vida con el sexo opuesto. De todo tipo, o al menos de casi todos. Encontrar a alguien, entablar amistad, descubrir todo un mundo nuevo, ese mundo que estaba oculto a nuestros ojos, esos gustos extraños, esas aficiones, ese timbre especial de la voz, es casi casi como llegar en el Enterprise a un planeta nuevo y desconocido. Sabemos que habrá vida humanoide, que serán unos tipos parecidos a nosotros pero maquillados con "ligeros retoques", y sabemos que, en el fondo, tendremos cosas en común. La diferencia es que Kirk se pasaba el tiempo viajando de sistema solar en sistema solar para ligar con desconocidas y Picard lo hacía para entablar relaciones de otro tipo...al menos, en un principio.
No voy a negar que me sentía intimidado ante la idea de entablar, no una relación, dios me libre, aunque no negaré su atractivo, ese que los poderosos tienen en la mirada y en el gesto, con Nadia Senén, pero sí un acercamiento necesario para ir un paso más allá en...en lo que sea que me esté metiendo, dios mío.
Pero, como suele ocurrir en estos casos, el universo confabula para echarme una mano. Nadia estaba leyendo, mientras saboreaba un poco de arroz con trocitos de pollo y ensalada, una revista de viajes. Desde la barra de la cafetería, a pocos metros de ella, pude distinguir perfectamente el tema del viaje en si.
Nueva York.
Ahora me habría gustado elegir otra frase que no fuera un simplón "primera vez o pensando en volver", pero el caso es que resultó. Era su primera vez. Yo ya había estado. Qué más se puede pedir.
Hablamos durante casi una hora sobre Nueva York, sobre el Pier 17, sobre el Village, el Soho, la Quinta Avenida, sobre Woody Allen, Times Square, sobre sus gentes, sobre la experiencia. Tengo que reconocer que a estas alturas yo ya me había olvidado de cual era el propósito de todo esto. Simplemente me sentía cómodo con aquella mujer. Tiene la voz dulce, extrañamente dulce para tratarse de "una jefa", y una sonrisa algo melancólica. Sus gestos no parecen en absoluto amanerados o pretenciosos, y aunque se muestra muy segura de si misma, no parece una pose. Es o parece ser alguien sencillo que ocupa un puesto de relevancia.
Agradeciéndome la compañía y la charla, se ha despedido, y yo me he quedado pensativo durante un buen rato, intentando reflexionar sobre el siguiente paso a seguir. Hablarle del "exito" del primer acercamiento a Carlos parecía el siguiente movimiento, y eso decidí hacer al volver a mi mesa de trabajo. Había dos clientes esperando, así que simplemente he asentido con la mirada. Carlos me ha mirado con gesto divertido. Me gustaría saber qué coño significaba ese gesto.
Me he sentado frente al ordenador y lo he encendido.
Había correo.
"¿Comemos mañana y me sigues contando cosas de Nueva York?"

1 Comments:

Blogger Holden said...

Se acerca a la continuación del "Sí..."
Bueno o tal vez no. Pero en ese caso ese mensaje le hubiese conducido hasta ah´´i. No es poco ¿eh?
Me gusta su blog.

7:15 p. m.  

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