mayo 11, 2005

Día Diecinueve



De la misma manera que yo no podía dejar de mirar directamente a Carlos, esperando una respuesta, una explicación, algo que me diese una pista de su presencia allí, él no pudo evitar desviar su mirada, incómodo, hacia la derecha, en dirección a la pared. Joan observaba todo ésto entre atento y divertido, mientras con un gesto de su mano me invitaba a sentarme a su lado. Nadia lo hizo a mi izquierda, y mientras Joan comenzaba a hablar, pude sentir la mano de ella sobre la mía, como si aquello me fuera a dar algún tipo de fuerza para afrontar cualquier revelación que estuviera a punto de escuchar.
Joan empezó por describir un nuevo y curioso orden, un Pais diferente al que todos conocíamos, en el que los hombres y mujeres de buena voluntad, trabajadores, de moral intachable, temerosos de Dios y obedientes ante las leyes que sus gobernantes dictaran, tendrían un lugar en el que vivir sin miedo. Lejos de unos políticos de tres al cuarto que, pertenecieran a la ideología que pertenecieran, se limitaban a fingir que eran personas de buena voluntad, cuando en realidad lo único que pretendían era llenar sus arcas de dinero y propiedades a costa de los honrados ciudadanos. Lo único que Joan eludió comentar, como solía ocurrir en este tipo de discursos, fue el destino que les esperaba a los que no compartieran la idea que ellos tenían sobre el nuevo orden. Pero yo ya sabía que ese punto sería omitido del "discurso". Siempre lo era. Había leido u oido aquel planteamiento en varias ocasiones, en la Europa fascista anterior a a la Segunda Guerra Mundial, y en muchos otros paises que luchaban o habían luchado por huir de algún tipo de dictadura durante la historia.
Pero la idea de Joan iba un paso más allá. Como si se tratara de un personaje maligno de alguna película de tres al cuarto, abogaba por extender esta idea más allá de las fronteras de nuestro pais, a sabiendas de que encontrarían adeptos en muchos lugares del mundo. Según él, los contactos ya habían comenzado, y resultaban o estaban resultando fructíferos.
"Esto, dijo, era algo que tu padre sabía muy bien. Y esa es la principal razón de que, durante estos años, hayamos seguido muy de cerca tu carrera y, en menor medida, la de tu compañero Carlos".
A mi mente regresaron las palabras de advertencia de mi padre en su lecho de muerte, cuando me entregara La Cruz que ahora descansaba en mi cuello. Inconscientemente, llevé la mano a mi pecho para tantearla. Palabras de advertencia hacia La Cruz y hacia Nadia. Pero Nadia y Joan sonreían contentos mientras me veían recordar, sintiendo como la verdad se iba abriendo paso en mi mente.
"Tu padre fue un importante miembro de nuestra sociedad. Durante muchos años. Por desgracia, decidió abandonarnos. Y nosotros respetamos su decisión. Había hecho mucho por nosotros. Suya fue la idea de impulsarnos más allá de nuestras fronteras. Y muchas otras que irás conociendo poco a poco. De la misma manera que nos irás conociendo a nosotros, aunque imagino que a algunos de los presentes ya los conoces".
Asentí. Sus rostros me sonaban de los pasillos de SegCom. Todos, evidentemente, de más allá de la planta 10.
"Somos muchos. Muchos más de los que te imaginas. No solamente en SegCom, que es prácticamente nuestra base de operaciones en esta ciudad. Pero nuestro deseo de buena voluntad y de un mundo mejor se extiende por otras 25 empresas en todo el pais, sin contar otros estamentos de los que, por razones de seguridad, no te puedo hablar en este momento. Aunque te prometo que, si decides unirte a nosotros, todo llegará."
Me sentí como el ratón al que han ido llevando por todo el laberinto hacia una dirección concreta. Lo que estaba sucendiendo ante mis narices era aberrante. Pero Nadia estaba allí, y Nadia parecía buena persona. Y Carlos estaba con ellos. Y mucha más gente. Muchos más. Miles quizás si sumábamos a todos los que se hallaban desperdigados por el pais.
"De alguna manera, continuó Joan, eres la esencia de los ideales que defendemos. Alguien puro de alma y de corazón, que se entrena a diario, que cuida su cuerpo y su mente, que todos los días acude a su trabajo con el único objetivo de ayudar a los demás a sentirse un poco más seguros y un poco mejor. Tú representas nuestras aspiraciones, eres casi un símbolo, y además el heredero directo, gracias a tu padre, del "don" que Dios nos ha dado a todos al hacernos ver el camino a seguir. Por eso, queremos que te unas a nosotros. Porque , de alguna manera, ya formas parte de nosotros".
De repente, me había convertido en una especie de nazi de mierda. Pero Joan sabía venderlo como la quintaesencia de lo mejor que había en ellos. Yo sabía que no eran más que ideas tergiversadas, que me querían vender algo y precisamente algo con lo que yo no comulgaba. Pero recordé al hombre del Gobierno, BMW, y su deseo, casi una súplica, de que aceptara la oferta. Y miré a Carlos, y vi que había algo más, casi pude sentir que estaba allí por una razón que se me escapaba, y que tenía que averiguar.
Y, al volverme hacia Nadia, pude ver que ella anhelaba que aceptara también. Porque estaba convencida de que Joan y lo que él representaba eran LA VERDAD. E, idiota de mi, una parte de mi ser me dijo que, desde dentro, cerca de ella, podría abrir sus ojos para que se diera cuenta de lo equivocada que estaba.
Así que simplemente asentí con la cabeza, fingiendo algo más de alegría de la necesaria con una sonrisa que debió parecer muy verdadera, pero era totalmente falsa, y de esa manera, casi sin poder controlar mi decisión, me vi impulsado hacia algo que aún no me podía imaginar.