mayo 09, 2005

Día Diecisiete



Es fácil darse cuenta de algo cuando lo tienes delante. O cuando alguien te lo explica, incluso aunque no lo haga con absoluta claridad. También es fácil de reconocer, si alguna vez lo has sentido de verdad, lo que es el miedo. Y yo no lo sentía en aquel instante, ni tan siquiera cuando, sin mediar palabra, aunque echando un rápido vistazo experto a mi apartamente, el hombre al que a partir de ahora me referiré como BMW entró, cerró la puerta a su paso y se quedó plantado frente a mi. Yo me sentía en tensión, preparado para cualquier cosa. Por mi cabeza únicamente pasaban recuerdos de los últimos días. El correo recibido, enviado desde el ordenador de Nadia, la desaparición de Carlos, la muerte de mi padre o incluso el haber conocido y establecido un principio de relación con la mismísima Nadia. Pero todo aquello, de alguna manera, parecía conducirme hasta aquella noche, hasta aquel preciso instante.
BMW introdujo la mano dentro de su gabardina y extrajo de ella una cartera. La abrió y me mostró la documentación. Aunque únicamente con aquel gesto yo ya empezaba a aventurar algo. El carnet lo decía bien claro, y desde luego, sin ser yo un experto, parecía auténtico.
Ministerio del Interior.
El Gobierno.
En unos instantes, me encontré sentado frente a aquel hombre, separados únicamente por la mesa de mi pequeño salón, con su cartera abierta y su imagen mirándome desde la fotografía de su carnet. Todo aquello suponía un buen número de preguntas.
"Intentaré responderlas a la mayor brevedad posible", me dijo, mientras dejaba su teléfono móvil sobre la mesa, al lado de la cartera. "No tenemos mucho tiempo".
¿No teníamos mucho tiempo?
A partir de aquí, intentaré reproducir de la mejor manera posible la conversación, mas bien explicación, que mantuvimos durante algunos minutos.
BMW:"Todo esto empezó hace algo más de un mes, cuando un agente de nuestro departamento consiguió introducirse, aprovechando una auditoría del departamento de Servicios Financieros, en SegCom. Usted ya sabe de quién le hablo. Marcos Molina. Un expecialista informático de primera linea. Su objetivo era recopilar toda la información posible sobre algunas de las personas que trabajan en SegCom. Prioritariamente, sobre Nadia Senén, a quién usted conoce...digamos que bastante bien. Pero no se engañe. Si eso es así, es porque así lo ha querido ella. O sus superiores. En cualquier caso, la organización a la que ella y otros en SegCom pertenecen. Pero de eso hablaremos más adelante. Lo importante es que, como descubrió Molina a medida que pasaban los días, la clave para investigar a esta señora y a su grupito de amigos estaba en su ordenador portátil. Cómo cambiarlo era sumamente arriesgado, Molina optó por hacer una copia idéntica del mismo. Y cuando digo idéntica, digo literalmente un clon del ordenador. Todos sus programas, sus contraseñas, sus sistemas, hasta el más mínimo detalle. Fue entonces cuando le descubrieron. A la desesperada, intentó avisar a sus contactos a través de un correo electrónico. Por desgracia, hizo el envío desde el clon del ordenador de Nadia Senén. Como resultado, el mail no fue recibido únicamente por nosotros, sino también por ese grupo de "socios" de Nadia...y por usted y su amigo Carlos entre otros".
Eso planteaba aún más preguntas. BMW no dejaba de mirar de reojo a su móvil. Y yo no iba a dejar de preguntar ante aquella nueva información.
BMW: "Es cierto. Carlos creyó que el mail había sido enviado desde el ordenador de Nadia. Ésto fue así porque hizo un trazado de la ruta desde dentro de la red de SegCom, y el resultado es que la propia red fue engañada, creyendo que se trataba del ordenador de ella y no del ordenador clonado.
Aún me quedaban un ciento de preguntas por plantear. ¿Dónde estaba Molina? ¿Qué hacíamos Carlos y yo en la agenda privada de Nadia? ¿Qué hacía BMW en mi casa aquella noche? ¿Dónde estaba Carlos? ¿Qué significaba o era La Cruz? ¿Qué relación tenía mi padre con ella?
En aquel momento sonó el móvil. BMW lo cogió y habló apenas unos segundos. Lo colgó y se lo guardó, y la cartera también. Después, su gesto cambió.
BMW: "Escúcheme bien. Sé que tiene un montón de preguntas más. Todas serán respondidas. Se lo prometo. Pero ahora no. Nadia Senén está a punto de llegar. Esta noche le llevará a un lugar importante y ocurrirá algo. Es SU método. Y después le plantearán una pregunta. Usted sabrá que pregunta es. Tiene que responder que sí. Es importante. Tiene que confiar en mí. Por favor."
Y, como había entrado, desapareció. Me quedé como un tonto mirando la puerta sin saber qué hacer. Las preguntas seguían en mi cabeza, bailando, sin poder controlarlas. En aquel instante sonó el portero.
Era Nadia.