agosto 18, 2005

Día Cuarenta y Seis


Unir las partes de un todo siempre se me ha dado bastante bien. Y ser un imbécil cegado por los acontecimientos que se desarrollan ante sus propias narices...también.
Lo tenía delante, frente a mis narices, y no me he dado cuenta. Fanáticos contra locos. En un lado de la balanza, un trozo de carne podrida, y en el otro...otro trozo quizás más putrefacto si cabe.
Esa bebida. Drezner. Un tipo huido de la Argentina, un químico. Un hombre buscando la paz en su vida, y alguien que aparece y le ofrece la tranquilidad que está buscando. Pero Drezner no fue captado por la desaparecida dictadura únicamente por sus ideas políticas. Había algo más. Había desarrollado...esa bebida. Ese compuesto. Lo que sea o cómo se llame. Algo que, en una determinada dosis, durante un determinado tiempo...es capaz de ampliar el espectro de resistencia en el ser humano. Lo sé porque lo he vivido. Lo he probado. Y aún lo siento en mi cuerpo. Puedo correr como nunca antes. Me recupero en pocos minutos. Mi cuerpo está afinado como un violín unos segundos antes de ser tocado por manos maestras.
Y La Cruz, interesada en hacer uso de ese descubrimiento, sabe Dios con qué objetivo.
Y, peor aún, el Gobierno, intentando conseguirlo...El ejército....Las implicaciones se me escapan. No puedo pensar con claridad. Las marionetas no piensan. Y, si levanto mis ojos, casi puedo ver los hilos que me han manejado de una u otra manera. La Cruz, entrenándome, dándome confianza, con el objetivo de alcanzar un fin que aún desconozco. El Gobierno, aprovechándose de mi situación, de mi capacidad, de mi suerte o maldita mi suerte, para infiltrarme en la organización.
BMW me había vendido, y muy bien. Unos locos asesinos que quieren dominar el mundo, la gente es lo que importa realmente, no sabemos de lo que son capaces, planean algo...Sí, todo eso no deja de ser cierto, pero no es ahí en donde reside el problema. El problema es que quizás todo eso podría haber sido controlado sin demasiados problemas. Pero ellos quieren algo más. Realmente, es lo único que quieren. No creo ni que les importe una mierda el objetivo real, aquello que los miembros de La Cruz se proponen. ¿Un atentado?. ¿A quién le importa uno mas?. Eso les permitirá endurecer una o dos leyes, detener a un par de docenas, publicitar su gobierno como el mejor que podemos tener...Y, mientras tanto, ese oro líquido que tanto les interesa, que puede aumentar la capacidad de resistencia de un ser humano...sabe Dios hasta dónde...ese líquido será suyo.
Quizás no les parezca un precio tan alto unos pocos muertos más. O lo que sea que La Cruz se proponga. Joan es peligroso. Ha matado. Y Nadia. Y muchos otros seguramente dentro de la organización. Pero no son diferentes al tipo de la Barba que me mira, que aguarda frente a mi. No son diferentes. Quizás ni tan siquiera peores.
¿Qué estoy pensando? ¿A dónde me lleva todo esto?.
Una marioneta.
Nada más que eso.
Observo detenidamente al hombre que permanece en silencio, aguardando, frente a mi. Quizás si hubiera traido conmigo una muestra, una botella con el líquido... Así, por lo menos, todo terminaría de una vez. Que se las arreglasen entre ellos. Para mí, al menos, todo sería un recuerdo.
No.
No es lo mismo. No se trata de lo mismo. Un Gobierno...
Tal vez La Cruz...
Estoy solo.
Y ya no sé que pensar. Y, lo que es aún peor.
Ya no sé qué está bien ni qué está mal.